Tras una ovación de pie por 5 minutos en la edición 78° del Festival de Cine de Venecia y el galardón Osella de Oro al Mejor Guion Adaptado, el debut como directora de Maggie Gyllenhaal acaparó grandes éxitos tanto en el cine independiente como en Hollywood, gracias a la plataforma Netflix, encargada de la distribución masiva de La hija oscura, filme basado en la novela homónima de la escritora italiana Elena Ferrante que además obtuvo tres nominaciones en los premios Oscar del 27 de marzo de 2022: Mejor Guion Adaptado; Mejor Actriz (Olivia Colman) y Mejor Actriz Secundaria (Jessie Buckley)
Pese a que inicialmente la película parecía haber sido concebida como exclusiva para intelectuales y admiradores de las adaptaciones literarias, logró ir a contracorriente y ganarse total popularidad ante diversos públicos. La hija oscura es una película realista y políticamente incorrecta que, ofreció al mundo entero una historia protagonizada por personajes psicológicamente complejos si tratamos de entenderlos desde sus decisiones de vida, a más de un discurso profundamente humano.
Y es que, en gran parte de las ficciones de Elena Ferrante, las mujeres son presentadas fuera de las normas morales que la sociedad ha establecido para ellas: madres 24/7 que dejarían todo por sus hijos. Las mujeres para Ferrante son lo opuesto: libres e independientes; comprenden que viven con sus hijos más no por y para ellos, razón por la que no detienen o frustran sus sueños por ellos. Es el caso de La hija oscura, en que Leda Caruso (Olivia Colman), una profesora universitaria de mediana edad, decide vacacionar sola en las playas de Grecia, donde queda deslumbrada por una madre joven y hermosa, Nina (Dakota Johnson) inevitablemente conectando su propia historia con la de esta enigmática amiga a la que acaba de conocer.
Mientras la joven luce fatigada, débil y decepcionada, pese a que aparentemente lo tiene todo: recursos económicos, un lugar paradisíaco como residencia y un esposo bastante atractivo, Toni (Oliver Jackson-Cohen), Leda se ve atraída por la problemática relación que atestigua entre Nina y su pequeña hija Elena, retrocediendo mentalmente a su juventud y al recuerdo amargo de la maternidad cuando sus dos niñas pequeñas demandaban permanente atención y abrumaban todos sus intentos de estudiar, trabajar, leer, escribir y disfrutar, a plenitud, de su vida sexual.
Leda en el pasado, dejó a su esposo e hijas, para perseguir una carrera literaria y a un hombre mayor del que se enamora con locura, aunque regresa al hogar familiar cuatro años después. “Los niños son una responsabilidad aplastante, y yo soy una madre aninatural”, reconoce sin ninguna culpa o excusa en uno de los diálogos más profundos y memorables de la película.
¿Puede una mujer, llegar a ser querida por sus hijos, sin sacrificarse tanto y eligiéndose a sí misma?
A esta interrogante, valientemente, trató de responder la directora Gyllenhaal en dos horas de duración; la actuación de Olivia Colman está de más mencionar que es brillante, representando a una mujer que podría parecer frívola o despiadada pero que a la vez transmite enorme calma y amabilidad. Reconoce que se siente increíble estar lejos de los hijos cada tanto y mediante flashbacks en que el personaje de Caruso es interpretado por Jessie Buckley, atestiguamos con cierta empatía el enfado que pueden producir los lloriqueos de los hijos y un marido que, por momentos, resulta tan dependiente que también podría llegar a considerarse como un niño más.
Aunque Leda recuerda de vez en cuando ciertos momentos buenos, simplemente quería mucho más en su vida y eso implicaba dejar a su familia atrás mientras culminaba su carrera. Queda claro que si el guion adaptado de Maggie Gyllenhaal ha sido lo más elogiado en esta película, es precisamente por plantear interrogantes cuestionadoras y controvertidas más que respuestas ingenuas: ¿por qué las mujeres que “lo tienen todo” en casa, se sienten infelices?
La película entonces continúa, a paso lento, jugando permanentemente entre la culpa, la vergüenza y también los deseos de libertad que logran una inevitable comprensión de los espectadores hacia una protagonista que bien podría ser cualquiera de nosotros, en alguna etapa de la vida.
A medida que más recuerdos vuelven a la mente de Leda, su acercamiento con esta joven mujer que podría estar viviendo una historia similar, comienza a bordear la obsesión. El primer giro dramático lo atestiguamos cuando Nina pierde a su hija en la playa y es Leda quien la encuentra, convirtiéndose rápidamente en una especie de heroína para dicha familia. Posterior a eso, la niña afronta una pequeña catástrofe propia: su muñeca favorita se ha extraviado misteriosamente y toda la familia se encamina a una búsqueda incesante hasta con recompensa de por medio.
Es en ese momento cuando entendemos que psicológicamente, algo no anda bien en Leda y es ella quien se ha apropiado de dicha muñeca y parecería aprovecharse y disfrutar como espectadora de la desesperación de esta niña y el colapso emocional de su joven madre. Leda se mantiene siempre segura, sutil y optimista; la actuación de Colman mantiene al espectador pendiente a cualquier revelación.
Otro tema crucial para el argumento y que también la directora expone como una necesidad para la estabilidad emocional o la falta de esta en la vida de una persona, es el sexo. Leda en la juventud, no se limitó a explorar su sexualidad una vez que se alejó de su familia, y desea ver lo mismo en Nina, a quien descubre besándose con un joven empleado del hotel en que se hospeda, Will (Paul Mescal); Leda atestigua con admiración dicha relación extramatrimonial, se acerca amistosamente a Will e incluso permite que Nina y él dispongan de su apartamento para sus encuentros, mientras persisten las advertencias y rumores de que la familia de Nina es muy peligrosa.
La hija oscura es una historia sobre remordimientos en la vida de una mujer; un relato crudo sobre la maternidad joven, el sexo, la pasión y la agresión, pero sobre todo acerca de las consecuencias severas que implican no haber explorado al mundo lo suficiente, antes de hacerse cargo de seres que dependan de uno. Los personajes de Elena Ferrante se mantienen intactos con un equilibrio perfecto entre el pasado y el presente; con una Olivia Colman que mereció todos los reconocimientos posibles por su protagónico y una Maggie Gyllenhaal que inicia con pie derecho su trabajo como directora.
¿Crees que La hija oscura es una historia realista sobre la maternidad?
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