La Sociedad de la Nieve recuenta el «Milagro de los Andes» en su adaptación más realista y desgarradora

Mario Xavier

17 de enero de 2024

La sociedad de la Nieve, película uruguayo-española dirigida por el catalán Juan Antonio Bayona, es una narración asfixiante, pero cargada de emociones esperanzadoras ante una historia de la vida real acontecida hace más de 50 años, conocida en todo el mundo como el “milagro de los Andes”, en que 16 personas lograron sobrevivir en extremas condiciones de frío y ser rescatados tras 72 días atrapados a más de 4000 metros de altura, luego de un devastador accidente de aviación. 

Este filme es la apuesta latinoamericana a las nominaciones a Mejor Película Extranjera en la temporada de premios 2024, buscando especialmente llevarse el Oscar. Así también, ha sido calificado por la crítica especializada como el mejor y más personal trabajo de Bayona hasta la fecha. La sociedad de la Nieve cerró la 80 edición del Festival Internacional de Cine de Venecia, estrenándose comercialmente en Uruguay el 13 de diciembre de 2023 y difundiéndose a una audiencia global por Netflix, desde el 4 de enero de 2024.

La Sociedad de la Nieve es la tercera adaptación cinematográfica de esta desgarradora historia, en esta oportunidad inspirada en el libro homónimo de Pablo Vierci, quien documentó los relatos de los 16 supervivientes del accidente, que ocurrió entre los territorios andinos de Chile y Argentina, el 13 de octubre de 1972. A diferencia de sus dos predecesoras, la cinta mexicana Supervivientes de los Andes (1976) y la película de Hollywood Alive (1993), La Sociedad de Nieve ofrece un retrato mucho más realista de los hechos, liderado por un elenco de actores uruguayos y argentinos, con nula experiencia previa en cine y poco conocidos internacionalmente, lo que ha aportado de un toque más auténtico a una narrativa que el director Bayona ha definido “sin un protagonista específico”.

La historia comienza con una breve introducción a las vidas de sus protagonistas, casi todos miembros del equipo de rugby Old Christians Club, quienes abordan el vuelo 5711 de la Fuerza Aérea Uruguaya. El avión, que transportaba a 5 tripulantes y 40 pasajeros, incluidos 19 miembros del equipo, junto con algunos familiares y amigos, fue fletado para ahorrar costos y transportar al grupo para un partido contra Chile en 1972, pero este se estrelló catastróficamente en un glaciar situado en todo el corazón de los Andes. De los 45 a bordo, en su mayoría jóvenes de entre 17 y 25 años, sólo 16 lograron salir con vida para relatar los hechos. 

Los sobrevivientes se encontraron atrapados en uno de los entornos más hostiles del mundo, eventualmente viéndose obligados a tomar medidas extremas como el canibalismo, para mantenerse con vida. La supervivencia dependió enteramente de las duras decisiones que se tomaron en medio de esta desesperada situación, y nosotros como espectadores logramos ser parte de una experiencia inmersiva que fluctúa desde las esperanzas hasta el trabajo en equipo, la pérdida de la fe, una total desolación y finalmente, la definitiva hazaña heroica que culminó con estos meses de sufrimiento.

Cabe mencionar que el rodaje de La Sociedad de la Nieve presentó su propia serie de desafíos. La decisión del director de filmar en Sierra Nevada (España), en lugar de la ubicación real de las montañas de los Andes, fue estratégicamente impulsada por consideraciones de seguridad y altitud, sin que antes el equipo de producción haya pernoctado en el sitio de los hechos por varias ocasiones y realizado tomas estratégicas del mismo, que culminaron como parte del montaje final de la película. 

A pesar de este cambio de ubicación, la película no renuncia a su retrato realista de las duras condiciones de los Andes. Sierra Nevada, con un clima tan frío como el de la cordillera, sirvió como un sustituto apropiado que capturó el entorno desalentador que tuvieron que soportar los sobrevivientes. Es más, los actores fueron sometidos a una estricta dieta, para poder adaptarse a las exigencias del rodaje, que se realizó cronológicamente, de tal manera que luzca evidente el deterioro físico del elenco.

Otro aporte que se exalta y agradece de J.A. Bayona fue el de evitar, en gran medida, el uso de efectos digitales o CGI, consiguiendo aún más realismo en la película. Sin embargo, la excepción más destacada es la escena del accidente aéreo, un momento inicial crucial en la narrativa que se presenta con un realismo escalofriante, reforzando la magnitud de esta tragedia. La escena, aunque cruda y desgarradora, fue manejada por Bayona con una sensibilidad que respetó la memoria de los fallecidos; la misma norma, se aplicó para los momentos en que los personajes deciden alimentarse de los cadáveres de sus amigos muertos, en que no se muestra explícitamente el corte o extracción de órganos u otras partes del cuerpo humano, únicamente vemos en pantalla el dilema moral de los sobrevivientes, frente a la extrema situación a la que se enfrentan, una vez que se enteran que la búsqueda del vuelo perdido ha culminado y sus provisiones no serán suficientes para resistir. 

La película, a diferencia de sus predecesoras, está tan apegada a los hechos hasta el punto de presentar varios cameos de los sobrevivientes reales, lo que agrega una capa de autenticidad que rara vez se ve en adaptaciones de eventos de la vida real. Uno de los supervivientes, Carlitos Páez, interpreta el papel más emotivo de la película como su propio padre, Carlos Páez Vilaró, quien lee los nombres de todos los rescatados. Estas breves apariciones sirven como recordatorios conmovedores de la resiliencia del espíritu humano frente a adversidades inimaginables.

La dirección de Bayona equilibra adecuadamente el crudo realismo de la situación, con momentos de profunda conexión humana y esperanza; los personajes se muestran vulnerables, pero alejados de todo egoísmo o disputas personales, primando especialmente su amistad desde antes de los acontecimientos. La cinematografía está de más mencionar, cuán impresionante es, capturando la belleza de los Andes y contrastándola con la desesperada situación de quienes allí estuvieron atrapados.

El ritmo de la película refleja el lento paso del tiempo y la creciente desesperación, extendiéndose por un período de 2 horas y 20 minutos que pueden resultar desafiantes para los corazones más sensibles, puesto que cada vez que se avizora una luz de esperanza, otra desgracia ocurre para amenazar con poner fin a las vidas de los protagonistas.

Las actuaciones evitan el melodrama, pero sí logran hacernos sentir la desesperación, humanidad y finalmente, la determinación de quienes deciden tomar acción y salir del lugar del accidente, en una larga caminata de 10 días hasta territorio chileno, para conseguir ayuda. Así mismo, la película afronta los dilemas morales y éticos a los que se enfrentan los supervivientes con una franqueza inquietante. Mientras tanto, la dirección de Bayona, una vez más, se caracteriza por su respeto absoluto a quienes vivieron en carne propia, la tragedia.

La Sociedad de la Nieve es una poderosa exploración de la capacidad del espíritu humano para sobrevivir y los profundos vínculos que pueden estrecharse en la adversidad compartida. Digna candidata de Hispanoamérica a los galardones que postula, especialmente por el gran acierto de haberse rodado en un español de acento uruguayo, una decisión aún más realista, conmovedora y estimulante frente a una historia que ya conocemos, pero que quizás haya sido una novedad para nuevas generaciones. Es un testimonio del poder de la verdadera resiliencia humana y un recordatorio de nuestra capacidad de tener esperanza, aunque la muerte esté cerca. No es sólo el recuento de una tragedia, sino una celebración del indomable espíritu humano.

¿Crees que La Sociedad de la Nieve logra desafiar las percepciones de todos sobre la supervivencia humana en condiciones extremas?

Mario Xavier

Editor y redactor en Colapso Views. Comunicador social con experiencia en medios impresos, agencias de publicidad digital, asesoría política y docencia universitaria.
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