Brendan Fraser, ex galán de comedias románticas en los 90s, regresó triunfalmente a la pantalla grande con el papel que lo ha consagrado como actor dramático: Charlie, protagonista de «The Whale», película dirigida por Darren Aronofsky, basada en la obra teatral homónima de Samuel D. Hunter, en la que un Fraser dentro de un complicado traje prostético y con un trabajo de maquillaje impresionante interpreta a un hombre de mediana edad con obesidad mórbida, reclusivo y autodestructivo, cargado de odio hacia sí mismo y con deseos de morir.
A pesar de sufrir de hipertensión e insuficiencia cardíaca, Charlie se niega a ir a un hospital, justificándose por problemas económicos y la ausencia de seguro médico. Enseña cursos universitarios de literatura en línea y desea una reconciliación con su hija de 17 años, Ellie (Sadie Sink), a quien abandonó hace ocho años tras dejar el hogar familiar por una pareja varios años menor a él. Confinado desde hace varios años en su apartamento, únicamente recibe la visita de su mejor amiga Liz (Hong Chau) y de Thomas (Ty Simpkins), un misionero evangélico que llama a la puerta y afirma no juzgar a Charlie, pero detecta en él, una necesidad de salvación.
Los aspectos técnicos de la película hacen uso de un formato cuadrado que proporciona una experiencia totalmente claustrofóbica para los espectadores, pues apenas podemos ver pequeños guiños del exterior de la vivienda de Charlie. Por otro lado, Fraser utilizó prótesis en lugar de que el director recurriera al CGI para formar el cuerpo obeso del personaje. La película obtuvo nominaciones al Oscar, Critics Choice Awards y BAFTAs por Maquillaje y Peluquería, pero lo más destacado han sido los reconocimientos a Mejor Actriz de Reparto para Hong Chau y Brendan Fraser como Mejor Actor, triunfador en los SAG Awards y Critics Choice, compitiendo en forma directa por el Oscar con Austin Butler, otro de los grandes favoritos por su protagónico en el biopic Elvis.
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The Whale no es una película simple, pues se valora mucho más si conocemos el contexto de su realización: se trata sobre el mismo Fraser. Él no se guarda todo el peso emocional del papel, rompiendo a llorar no solo en la película, sino también en programas de entrevistas, así como en sus presentaciones en el Festival de Cannes, los Critics Choice Awards y en los SAG Awards, donde recibió ovaciones de pie durante más de cinco minutos. La película es una experiencia en sí misma desde el momento en que la cámara apagada de Charlie se muestra al comienzo, y avanzamos hacia una clase de inglés en Zoom y la voz del personaje proporciona indicaciones sobre cómo realizar escritura creativa. Después de que termina la sesión, aparece Charlie, destinado a mostrar ante el espectador una visión completa de la obesidad mórbida, pues el peso corporal del personaje es utilizado como recurso dramático, especialmente cada vez que se incorpora con dificultad e intenta desplazarse por los pasillos de su estrecho departamento.
Tras un ataque repentino de ahogo, en el que Thomas llega «milagrosamente» a la vida de Charlie por primera vez, entendemos que el peligro físico de su gordura es un cronómetro en cuenta regresiva que pretende plantear una pregunta más que obvia cuando, acto seguido, observamos al protagonista ingerir comida chatarra en exceso: «¿por qué razón lo hace?»
Un destello de salvación llega con Liz, más aún cuando conocemos que es enfermera de profesión. Ella no se ha resignado en sus intentos de persuadir al depresivo Charlie para buscar asistencia médica, pero ante las constantes negativas de él, no ve otra alternativa más que ofrecerle lo que podríamos intuir como una forma de «cuidados paliativos», que no necesariamente consisten en aplicar un tratamiento farmacológico, sino en consumir más y más comida.
Igual de importante es el personaje de Ellie, la típica adolescente rebelde que representa a la hija resentida, a quien Charlie ha contactado después de mucho tiempo una vez que ciertas señales de alarma claramente lo han alertado a él (y a los espectadores) de que el final está cerca. El arribo de Ellie es necesario para buscar cierta redención, pero su furia es lo suficientemente cruda como para darle a la película el más agresivo golpe de energía que se contrapone al fingido positivismo de Charlie, quien está desesperado por reconectarse con la joven. Charlie se ofrece a ayudarla con su tarea de literatura, y tras la negativa inicial de ella, se ofrece a pagarle por su tiempo y eventualmente dejarle todo el dinero con el que cuenta como remuneración por sus cursos virtuales.
La historia carece de empatía con Charlie pues se empeña en mostrar su sufrimiento y poco a poco revelar las razones que lo llevaron a convertirse en una persona que apenas puede levantarse del asiento y depende enteramente de la ayuda de Liz. Siendo la historia de regreso de Fraser, quien en carne propia sufrió el rechazo de Hollywood por sus cambios físicos y aumento de peso, la cámara favorece al actor constantemente con primeros planos fijados en el rostro Charlie, con Chau brillando discretamente como Liz. Por su parte, Sadie Sink ha obtenido el papel más fácil del filme y lo maximiza mostrándose violenta, para diferenciarse de Max en Stranger Things. Finalmente, la actriz británica Samantha Morton es fascinante, como siempre, en una sola escena en la que comparte con Fraser; Morton interpreta a Mary, la resentida ex esposa de Charlie y madre de Ellie.
Aunque la película es emocionalmente impactante desde su propio título, pues es una alusión literaria a la novela Moby-Dick de Herman Melville que obsesiona a Charlie, también tiene sus momentos de ligereza y humor. Las interacciones entre Charlie, Liz y Thomas involucran ciertos diálogos en doble sentido, especialmente cuando la película se muestra abiertamente crítica hacia la influencia negativa de la religión en la vida de los seres humanos al fomentar el «placer» por el sufrimiento y la obsesión por el fin de los tiempos; todo esto, así como ciertas escenas que envuelven a la misma Ellie junto a Thomas, proporcionan un alivio cómico necesario, sin que la película se vuelva vulgar o se desvíe de su propósito, pues se explora principalmente a la redención y el perdón, mientras Charlie enfrenta su propia mortalidad y trata de mostrarse positivo frente a Ellie, para lograr convencerla de que ella es una buena persona a diferencia de él.
The Whale es una película cruda, intensa y conmovedora que muestra el tremendo talento de Brendan Fraser como actor, con un protagonista al que logramos conocer desde todos sus matices, a diferencia de sus visitantes, quienes llegan y se van tan efímeros y breves como simples sombras que la cámara registra a través de la ventana. Es una historia profundamente humana que aborda las complejidades del duelo, el autodesprecio reflejado en la obesidad y la lucha por encontrar un propósito de vida en un mundo cruel e implacable. Con Darren Aronofsky una vez más, llevando a sus personajes al extremo de sus límites, La Ballena es una película que debe ser vista por cualquier persona que aprecie ser parte de una experiencia provocadora, pero más que nada, psicológicamente perturbadora, en la que Fraser ha llegado para entregarlo todo.
¿Es posible una segunda oportunidad en la vida, cuando ya se ha perdido todo?
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