Past Lives, filme coreano-estadounidense de drama romántico, escrito y dirigido por Celine Song en su debut como directora, es la nueva sorpresa de la productora A24 frente a la temporada de premios 2024, habiéndose ganado ya, un lugar privilegiado entre las diez mejores películas del año 2023 según el National Board of Review y el American Film Institute. Además, alcanzó cinco nominaciones en la edición 81 de los Globos de Oro, tres en los Critics Choice Awards y los BAFTAs, así como la posibilidad de llevarse el Oscar a Mejor Película y Mejor Guion Original.
La historia comienza en Seúl, capital de Corea del Sur, donde los compañeros de escuela Na Young (Greta Lee) y Hae Sung (Teo Yoo) han sido siempre amigos cercanos, pero al entrar a la adolescencia, desarrollan sentimientos el uno por el otro. Su naciente romance se ve truncado cuando la familia de Na Young decide emigrar a Canadá, llevando a ambos a perder el contacto por varios años. Durante ese período, Na Young decide cambiar su nombre legalmente por el de «Nora Moon».
Doce años después, Nora ha emigrado a la ciudad de Nueva York para estudiar literatura en la universidad, mientras Hae Sung culmina el servicio militar obligatorio en su país. Ambos vuelven a conectarse, luego de que Nora encuentra en un foro de Facebook que Hae Sung la estuvo buscando por años mediante su nombre original; ella le escribe un mensaje y, a partir de ese momento se comunican mediante videollamadas, pero imposibilitados de visitarse debido a sus compromisos académicos: ella en Estados Unidos y él, a punto de irse a una pasantía en China. Luego de un tiempo, Nora le dice a Hae Sung que deben dejar de hablar, ya que ella quiere concentrarse en su carrera y su nueva vida en Nueva York.
Transcurren otros doce años y en un retiro de escritores, Nora ahora conoce y se enamora de su colega escritor Arthur Zaturansky (John Magaro), un estadounidense con quien contrae matrimonio. Hae Sung, por su parte, se ha graduado de su carrera universitaria y a la vez, termina definitivamente con un largo noviazgo, por lo que decide volver a contactar a Nora y le propone visitarla en Nueva York. El reencuentro, por supuesto, se produce en circunstancias mucho más complejas, especialmente para Arthur, quien comienza a sentirse como el tercero en discordia o más bien, el «obstáculo» que ha bloqueado el desarrollo de una relación entre su esposa y el amor de infancia de ésta. Dicha reunión es el centro de la película, pues plantea sentimientos de culpa para los tres personajes, así como cuestionamientos existencialistas sobre el destino y el amor.
A pesar de su sencilla narrativa, Vidas Pasadas destaca en la exploración de temas de identidad, destino y las consecuencias de la distancia, de una manera conmovedora y natural. El ritmo de la película, por su parte, es bastante lento y hasta un tanto desigual, pues se basa en el poder de los diálogos y salta muy abruptamente entre diversas etapas en las vidas de los personajes; además, el que su desenlace no se muestre completamente cerrado, puede dejar a varios espectadores con ganas de más.
El filme juega también con la transculturalidad y la realidad del migrante, de forma sutil y hábil, pues inclusive Arthur llega a plantearse si Nora lo escogió como marido simplemente para obtener la ciudadanía estadounidense y así, asegurar su estancia en ese país. Sin embargo, hasta las temáticas más densas y complejas, son relatadas por Celine Song desde las emociones y experiencias humanas, que son profundamente personales e identificables, más no caen en los inestables terrenos de la euforia y exageración.
Las actuaciones del trío protagonista son la luz que hace brillar al filme, pese a la cinematografía, en que destaca una colorización fría tanto en los escenarios de Estados Unidos y Corea del Sur, simbolizando intencionalmente la distancia entre los personajes. Está de más, reconocer que cada actor aporta con gran profundidad y matices a sus personajes, destacándose la complejidad y contradicciones de los seres humanos frente a aquello que entendemos como el concepto de amor verdadero.
Past Lives merece ser vista, para desafiar al espectador a confrontar sus propios prejuicios, cuestionar su comprensión del amor, la identidad cultural y el sentido de pertenencia, así como a una reflexión profunda sobre los misterios de las relaciones humanas y la posibilidad de revivir amores de infancia, si llegase a darse esa remota oportunidad.
De producción estadounidense, y diálogos casi completamente en coreano, este filme buscó trascender fronteras culturales y hablar de la condición humana universal. Es un testimonio del poder de contar historias mediante la naturaleza duradera del amor, en que la distancia ensombrece cualquier sentimiento a través del olvido. Un destacado debut para Celine Song, cuya naciente carrera cinematográfica nos deja con las expectativas en alto, mientras resulta inevitable preguntarse:
¿Crees que nuestras «vidas pasadas» han dado forma a nuestra identidad presente?
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