La serie juvenil más exitosa de Netflix Turquía retornó para una segunda y -hasta el momento- última temporada que cierra la historia de cuatro colegiales problemáticos que conocimos al borde de enfrentar la expulsión, aunque con una única maestra a su favor como aliada y defensora: Burçu (Pinar Deniz) quien está a punto de irse de la ciudad de Estambul para contraer nupcias, por lo que deciden armar un plan para lograr que deje a su novio y se enamore del aparentemente apático pero atractivo Kemal (Kaan Urganciouglu), el nuevo profesor de educación física y último recurso que los chicos tienen para salvarse.
Los personajes, aunque inicialmente parecerían encasillados en los estereotipos típicos de la televisión, permiten acercarnos al mundo interno de la gente con problemas; los incomprendidos y rezagados, aquellas personas de las que menos expectativas tienen los demás, pero que tan solo son diferentes: Eda (Alina Boz), la seductora insegura, obsesionada con su apariencia; Osman (Selahattin Pasali), el cínico “comerciante” del colegio; Kerem (Kubilay Aka), el heredero millonario con problemas de agresividad, únicamente interesado en el baloncesto y el reservado Sinan (Mert Yaziciouglu), abandonado por sus padres desde niño y sumergido tanto en la pobreza económica como en la depresión, a más de ser calificado como enfermo mental por sus profesores (este último, el personaje más completo de la serie) A este cuarteto se sumará, aunque inicialmente a regañadientes, Isik (Ipek Filiz Yazici), la presidenta del consejo de estudiantes y alumna más destacada del colegio; con una vida “perfecta”, pero ávida por romper la monotonía -y las reglas-, alejarse de las apariencias y por primera vez, entender el valor de la amistad.
Hasta este punto, todo parecería una bobería simplona: un grupo de adolescentes armando un plan para que dos de sus profesores se enamoren; en la vida real no existe una fórmula para aquello, pero no es en ese argumento donde la serie despunta al éxito, sino en la psicología de nuestros protagonistas: todos con familias que no los valoran y exigen demasiado de ellos, ignorando sus verdaderas pasiones y motivaciones que, como adolescentes, apenas comienzan a tomar forma.
Pese a que en la primera temporada, el “plan” resultó exitoso, este fue descubierto por las “víctimas” de la manipulación, lo que hizo que el grupo se distanciara; todo esto concluyó una etapa inicial de 8 episodios de media hora que Netflix renovó para una segunda y última entrega, también de 8 capítulos, pero en esta ocasión extendidos a más de 50 minutos en que la historia se enrumba a los últimos meses de la secundaria.
Ahora Kemal y Burçu, tras conocer la realidad sobre cómo se “armó” su relación, no pueden dejar de discutir y terminan separándose. Eda, Osman, Kerem y Sinan no han sido expulsados, pero están en manos del antiguo inspector tirano, ahora convertido en director, Necdet (Müfit Kayacan) quien ha logrado chantajearlos para tenerlos de su lado y evitarse más problemas. Isik se ha alejado de la gran ciudad durante las vacaciones y no tiene conocimiento de todo lo sucedido.
En los primeros días de clases y bajo un régimen hilarantemente “dictatorial”, Isik se entera de la verdad y decide hacer justicia por sus propias manos, enfrentándose a la expulsión definitiva, pero liberando a sus amigos de las amenazas del director Necdet. A partir de aquello, la segunda temporada se concentra, en cómo el grupo tratará de ejecutar toda clase de estrategias para lograr que Isik retorne al colegio y a su vez, conseguir el despido del director, con la ayuda de una nueva estudiante, Elif (Ece Yüksel), una prodigiosa pianista, hija de un alto funcionario del ministerio de Educación turco.
En su segunda temporada, la serie también otorga continuidad a un aspecto con el que se jugó en la primera: el uso permanente de flashbacks que alternan el pasado con el presente para permitirnos comprender las emociones volubles de los adolescentes y su repercusión posterior. Se retrata con mucho esmero y desde la realidad de cada personaje cómo los sentimientos y acciones de la adolescencia, a la larga, pueden desembocar en frustraciones y arrepentimientos, con una Isik de 17 años en 1998 que hizo prometer a sus amigos que su vínculo sería eterno y desea, más que nada en el mundo, poder reencontrarse con ellos después de dos décadas: esa reunión se realiza y Eda acude al llamado de Isik, pero ¿asistirán los demás?
Amor 101 sigue haciéndonos reír bastante, pero toda acción se justifica en situaciones reales, experimentadas en la vida cotidiana: con sinsabores y satisfacciones. La serie evita, y con creces, los clichés radicalmente infantiles o sexualizados que se les otorga a esta clase de ficciones, en que parecería tomarse por ingenuos o tontos a los espectadores.
En Amor 101, los guionistas no conceptuaron a ciertos personajes por mero relleno; todos cuentan con su cuota de importancia, al puro estilo de un clásico cinematográfico de los 80 con el que siempre la he comparado: ‘El Club de los Cinco’ (The Breakfast Club), que quizás haya servido como inspiración a los creadores de la serie; una referencia de aquellas historias que jamás serán obsoletas, sino más bien imperecederas al decidir hablar de todo y sin tapujos; mostrar la pureza de los personajes, pero también sus perversiones.
El amor resulta ser el centro de la trama, pero jamás entendido desde una perspectiva banal, sosa o prefabricada; sino más bien como un sentimiento que mueve al mundo, aunque no exento de las dificultades propias de la imperfección de aquellos seres atípicos que la sociedad ha decidido hacer a un lado, pero que cuyos deseos de superación son imbatibles, sin importar cuántos obstáculos existan.
¿Qué tan importantes fueron para ti, los amigos de la adolescencia?
Temporadas: 2 (8 episodios cada una)
Creadores: Meriç Acemi y Destan Sedolli
Duración por capítulo: 30 – 50 minutos
Transmisión: Netflix
0 comentarios