La serie nostálgica “estrella” de Netflix se ha convertido en la mejor tradición para concluir o empezar cada año con una buena maratón de diez episodios, y esto se extenderá seguramente, por mucho tiempo más. Ya son cuatro temporadas y aunque esta secuela de la clásica saga Karate Kid buscaba simbólicamente ceder el paso a nuevas generaciones de personajes interesados en esa disciplina de defensa personal, son los antiguos protagonistas quienes más nos importan, más aún cuando la ficción inició desde el punto de vista del antiguo “villano” juvenil Johnny Lawrence (William Zabka) hasta ir paulatinamente incorporando viejos rostros y retomando rivalidades como si no hubiesen transcurrido tantos años. Este montón de adultos traumatizados son los que terminan haciendo sombra a los adolescentes, con sus dramas interminables.
Cobra Kai continúa burlándose de varios de sus viejos personajes mientras trata sutilmente de redimirlos; esto se ve reflejado de manera especial, cuando la cuarta temporada arranca con Lawrence y el eterno héroe Daniel LaRusso (Ralph Macchio) dejando de lado sus diferencias y asociándose para enfrentar al senséi John Kreese (Martin Kove) en el próximo torneo de karate, All Valley. ¿Lo que está en juego esta vez? El perdedor debe comprometerse a dejar de enseñar.
Obviamente, armonía jamás existirá entre Daniel y Johnny, y al poco tiempo sus estilos y personalidades radicalmente distintas, terminan por colapsar y separarlos una vez más. Mientras tanto, la nueva adquisición de Kreese es su viejo amigo, el entrenador Terry Silver (Thomas Ian Griffith) con cuyo apoyo económico cree poder lograr un triunfo total ante sus adversarios.
El personaje de Silver, tras ser el villano principal de Karate Kid 3, parece haber cambiado para bien; sin embargo, poco a poco nos damos cuenta que lo único que ha logrado hacer bien es dinero, pues sus rencores se mantienen intactos así como su frustración tras perder el título principal como senséi en el All Valley hace más de treinta años. Se exploran nuevamente, las razones de su deuda de agradecimiento con Kreese, tras que este le salvó la vida en la guerra de Vietnam mientras se empieza a construir una nueva narrativa sobre “soltar” las frustraciones que nos aprisionan emocionalmente.
La serie no podría lograrse sin seguir explotando las rivalidades desde la época colegial y las repercusiones que persisten hasta la edad adulta. Esto se ve reflejado tanto entre los amigos Kreese y Silver, así como entre Lawrence y LaRusso en calidad de adversarios; con estos últimos, el argumento no progresa lo suficiente y se estanca. Es allí donde radica la falla principal de Cobra Kai: los rencores de los personajes hacen que giren permanentemente en círculos y no se preocupen por nada más que su vanidad; por momentos, el odio no parecería ser hacia sus enemigos sino hacia sí mismos y son los estudiantes quienes terminan dando las más grandes lecciones de vida a los profesores.
Por lo demás, continúa el dilema en torno a Robbie (Tanner Buchanan), quien a más de estar aliado con Kreese y distanciado tanto de su padre Johnny como de LaRusso, ahora instruye a los «Cobras» en todos los secretos que aprendió en el Miyagi-Do; en ese proceso se alía con Tory (Peyton List), la agresiva estudiante que mediante la violencia escapa simbólicamente de su alborotada vida familiar. Miguel (Xolo Maridueña) parece haber ocupado formalmente el lugar de Robbie en el corazón de Johnny, más aún cuando su madre empieza a salir con el senséi; mientras, los hijos de Daniel: Samantha (Mary Mouser) y Anthony (Griffin Santopietro) obtienen un mayor desarrollo en la historia, especialmente el hijo menor, ahora convertido en el bully de Kenny (Dallas Young), el chico nuevo del colegio al que asiste.
Pero la adolescente que sigue siendo crucial es Samantha, quien mientras Johnny y Daniel se disputan qué estilo debe ser prioritario en la instrucción de jóvenes aprendices de karate, decide aprender ambas metodologías y extraer lo positivo tanto de estilos defensivos como ofensivos.
El dojo “Eagle Fang” de Johnny hace que los chicos salten de un edificio a otro, den vueltas encerrados en una mezcladora de cemento y se pateen en los testículos para resistir el dolor, mientras Daniel los tiene meditando, lavando autos y persiguiendo peces carpa como vía del entrenamiento a paso lento que aprendió del señor Miyagi. Samantha toma distancia de los métodos de su padre y lo que ella intuye como posibles temores de él, para acercarse más al estilo de Johnny que siempre ha invitado a los estudiantes a golpear primero. ¡Strike first!
También se conservan intactas las historias de Hawk (Jacob Bertrand) y Demetri (Gianni DeCenzo), los personajes secundarios que siguen explorando su transición de adolescentes débiles y sin motivación en la vida, a jóvenes fuertes y seguros de sí mismos. El rival máximo de ambos sigue siendo Robbie, quien durante toda la temporada retoma el estatus del luchador más fuerte de Cobra Kai, al que tanto Daniel como Johnny desean reclutar y traer de vuelta “al lado del bien.”
La más reciente entrega cierra reconfirmando que esta historia se basa en cicatrices de la adolescencia, las cuales solo son posibles de aliviar cuando, cada tanto, traemos de regreso a un montón de personajes que después de tantos años vale la pena ver en pantalla, aunque en la vida real es casi imposible pensar que la gente que fue importante en nuestros primeros años de vida, lo siga siendo más de tres décadas después. Siguen encabezándolo todo, dos hombres que se esfuerzan cada día por ser mejores, tanto como padres y como profesores, quienes entienden que el bien y el mal no existen: todos podemos ser protagonistas de las más grandes bondades y de los peores horrores; las víctimas pueden ser agresores y los agresores, víctimas.
¿Es Cobra Kai la mejor serie sobre los rencores de adolescencia?
Temporadas: 4
Creadores: Jon Hurwitz, Josh Heald y Hayden Schlossberg
Duración por capítulo: 28 – 42 minutos
Transmisión: Netflix
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