Hombre vs. Abeja: Rowan Atkinson sigue siendo el ‘Sir’ de la comedia física

Mario Xavier

5 de julio de 2022

Desde el estreno de Johnny English 3.0 en 2018, no habíamos visto a Rowan Atkinson en ninguna producción; jamás imaginaríamos que sería Netflix la plataforma que lo traería de regreso a las pantallas con Man vs. Bee, una nueva propuesta de género slapstick o comedia física. El concepto es simple y la duración de episodios oscila tan solo entre 10 y 20 minutos: un hombre se enfrenta a una incómoda abeja en su más reciente trabajo como cuidador de casas, y los resultados serán devastadores para él. 

La serie, dirigida por David Kerr, es idea original del mismo Atkinson y su colaborador frecuente William Davies, guionista de la trilogía Johnny English. El concepto creativo no es nada nuevo; podríamos decir que es una versión live-action de los cortos de Warner Bros entre el Coyote y el Correcaminos; Silvestre y Tweety o Daffy Duck y Speedy González; también vienen a mi memoria clásicos de culto como The Money Pit (1986), MouseHunt (Un ratoncito duro de cazar, 1997) y hasta Proyecto X (2012), en los que siempre prevaleció el poder de lo absurdo y risas, muchísimas risas.

Con 67 años de edad y alejado desde hace décadas de Mr. Bean, aquel icónico personaje con el que alcanzó la fama no únicamente en Reino Unido sino en el mundo entero, Rowan Atkinson vuelve a hacer gala de su talento para las expresiones faciales, el uso total del cuerpo y la comedia no verbal. El actor saborea el éxito sin la misma intensidad de los años 90, pero buscando ganarse a otras audiencias; las del “boom” del streaming.

La serie arranca con un flashforward de Trevor Bingley (Atkinson) de pie frente a una corte, acusado de un sinnúmero de delitos relacionados con su estancia en una lujosa mansión, perteneciente a una pareja de extranjeros adinerados. Cuando la jueza está a punto de sentenciarlo, él tan solo responde “estaba esta abeja…”, y a partir de este momento se desarrolla la historia que titula a la ficción.

A diferencia de otros roles interpretados por Atkinson, el personaje de Trevor cuenta con una historia previa; resulta más dramático, creíble y hasta llegamos a cuestionarnos por qué termina siendo una víctima torpe de las más horrendas desgracias: es un hombre de mediana edad, recientemente divorciado y con una hija adolescente a la que ama con locura, pese a los frecuentes asedios de su ex mujer, quien no deja de criticarlo por egoísta, y por ser un hombre que “se preocupa demasiado por pequeñeces.”

Trevor ha estado desempleado por algún tiempo, hasta que encuentra trabajo en una agencia de cuidado de casas, iniciando sus labores en una lujosa mansión como reemplazo de un colega temporalmente indispuesto, pero ya conocido y confiable para la joven pareja de propietarios que está a punto de irse hacia un viaje.

Las tareas a cumplir son sencillas: cuidar a Cupcake (Pixel), la perrita Lhasa Apso de la familia y, a los múltiples objetos de valor de la opulenta vivienda (el dueño de casa es un famoso coleccionista de arte sueco)  Desde el primer momento, sabemos que algo saldrá mal, cuando los propietarios explican a Trevor el uso de una gran cantidad de artilugios tecnológicos altamente complejos que tendrá que aprender a manejar para desplazarse por el sitio.

Aunque desconfiados, la pareja parte hacia su viaje, mientras Trevor comienza su nuevo trabajo que, en palabras de su ex esposa, es tan sencillo pues “solo consiste en sentarse a esperar y no hacer nada.” En efecto, todo parece fácil hasta que aparece una abeja que se rehúsa a alejarse, y para nuestro protagonista, deshacerse de ella se vuelve una lucha personal; habrá de aniquilar al insecto, sin importar las consecuencias. 

Poco tiempo transcurre para que las carísimas obras de arte de la casa estén arruinadas, y Trevor deje ingresar a la adorable perra Cupcake a los sitios “prohibidos” de la mansión; en el centro de todo esto, se encuentran también las dificultades del protagonista con la tecnología, produciéndose cada vez más daños; tantos que, inclusive la policía eventualmente se verá involucrada. 

https://www.youtube.com/watch?v=7P0337qf3Ko&t=8s

Los episodios son ágiles y fáciles de ver, aunque evidentemente predecibles: Trevor siempre va a tomar malas decisiones y es precisamente aquello lo que nos permite disfrutar de la serie. Rowan Atkinson vuelve a dar todo de sí mismo en la comedia física, sin convertirse jamás en una réplica de Mr. Bean, precisamente por aquella pequeña dosis de la triste realidad a la que se enfrenta el personaje y que permite al público adulto empatizar con él, mientras nos sumergimos en el profundo agujero psicológico de un hombre que cree que un insecto lo persigue.

¿Cuál es el propósito de la abeja? No queda claro. Tampoco el por qué molesta a un protagonista que se obsesiona con ella aunque no le causa ningún daño, ni por qué es indestructible. Sin grandes explicaciones, esta abeja en CGI es la gran antagonista de la serie pese a que el verdadero responsable de todo el desastre que atestiguamos es el mismo Trevor.  

Aún se desconoce si existirá continuidad a esta historia o si se extenderá esta reciente vinculación de Rowan Atkinson con Netflix; ojalá que sí, pues todo parecería indicar que pese a los largos períodos de alejamiento del actor, cada vez que reaparece, es para ubicarse en el mejor sitial al que un comediante pueda aspirar.

Hombre vs. Abeja puede verse tranquilamente de un solo sentón, pues es más corta y sencilla que la mayoría de producciones a las que nos ha acostumbrado la plataforma; es una rápida dosis de situaciones absurdas protagonizadas por un experto en la materia. Rowan Atkinson demuestra que aún puede hacer reír, así no pronuncie una sola sílaba mientras está en pantalla.

¿Qué serías capaz de hacer para desaparecer a un insecto de tu casa?

Temporadas: 1 (9 episodios)

Creadores: Rowan Atkinson y William Davies

Duración por capítulo: 10-20 minutos

Transmisión: Netflix

 

Mario Xavier

Editor y redactor en Colapso Views. Comunicador social con experiencia en medios impresos, agencias de publicidad digital, asesoría política y docencia universitaria.
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