Misa de Medianoche: los pecados de los “puros”

Mario Xavier

31 de octubre de 2021

El mundo es un misterio para todos, cuando se desconoce qué están haciendo los demás por la noche, inclusive aquellos a los que creemos tener cerca; esa gente que aparentemente obra por y para el bien común. Dentro de esos misterios, lo que más nos horroriza son aquellos actos que se comenten en nombre de la fe, distorsionándose supuestos textos sagrados e interpretándose doctrinas como justificación para las más violentas prácticas que puedan existir. Es en este contexto que nace Misa de Medianoche, la nueva miniserie de terror en Netflix: horror puro, producto de las acciones de fanáticos religiosos que desatan el caos, en nombre de Dios.

Dirigida por Mike Flanagan, un nombre habitual en éxitos recientes del terror en cine y televisión como: La maldición de Hill House (2018) y su spin-off, La maldición de Bly Manor; Silencio, El juego de Gerald (todas originales de Netflix) así como Doctor Sueño, secuela de la clásica El Resplandor (1980); estas dos últimas, adaptaciones de Stephen King, escritor que se ha confesado fanático del cineasta. Con Misa de Medianoche se distancia de sus trabajos previos, para explorar los caminos del terror desde la religión, aunque sin forzadamente tratar de asustar a los espectadores; más bien, la historia se concentra en los arrepentimientos a raíz de los peligros de una fe incondicional.

Protagonizada por actores con los que Flanagan habitualmente trabaja, entre ellos, su esposa Kate Siegel, Misa de Medianoche relata la historia de Riley Flynn (Zach Gilford), un joven que regresa a su casa en la remota isla de Crockett tras haber cumplido cuatro años de prisión por haber atropellado a una joven en un accidente automovilístico. El pueblo es pequeño y todos los habitantes se conocen; la gran mayoría, católicos en extremo devotos, rechazan a Riley por el “escándalo” que marcó su vida y, a raíz del cual, ha perdido radicalmente la fe. Salvo por su madre Annie (Kristin Lehman), la médica local Sarah (Annabeth Gish) y su exnovia Erin (Siegel), el joven se encuentra solo y sin motivaciones, hasta que sucesos extraordinarios empiezan a ocurrir y lo motivan a involucrarse.

El pueblo está a la espera de un nuevo guía espiritual. Luego del retorno de Riley, conocemos al padre Paul Hill (Hamish Linklater) quien llega para asumir la dirección de la parroquia; pese a ser un joven y carismático sacerdote que, inicialmente es visto como inexperto y “moderno”, comienza a realizar milagros sobrenaturales: los adictos dejan atrás los vicios, los desahuciados se curan y los discapacitados se recuperan; de esta manera, se restaura la fe y la gente eventualmente cae rendida ante los “encantos” del joven cura, salvo Riley, quien a pesar de todo se acercará cada vez más a él. Todo parece maravilloso, pero las cosas no marchan bien, pues detrás de las habilidades del padre Paul, un oscuro secreto está por ser revelado.

Mientras que la gente erróneamente comienza a pensar que la alejada isla Crockett vive su propio capítulo bíblico, lo que en realidad están por conocer es el sufrimiento. Nos trasladamos entonces, a un viaje a Tierra Santa, realizado por el anciano ex párroco del pueblo Monseñor Pruitt, quien tras escapar de una tormenta de arena, halla refugio en una cueva y es atacado por una monstruosa criatura alada que le succiona la sangre. Resignado, se prepara para morir, pero acto seguido se encuentra vivo, fuerte y rejuvenecido, bebiendo sangre del brazo de este extraño ser que le ha traspasado sus habilidades sobrenaturales, pero con un “costo” especial que deberá pagar. Monseñor Pruitt, entonces, asume una nueva identidad bajo la fachada del padre Paul y retorna a su pueblo.

Los simbolismos y metáforas de los que la serie hace uso son de una genialidad que vale la pena ver, especialmente cuando el sacerdote no logra asociar su experiencia sobrenatural con lo que como espectadores podemos fácilmente relacionar con un vampiro. Él cree ser el protagonista de un suceso divino y, su vínculo con la criatura se mantiene tras su llegada al pueblo, por lo que la verdadera razón de sus milagros es el resultado de que sus feligreses están siendo “alimentados” con sangre extraída de este ser, conscientemente mezclada con vino consagrado. El sacerdote tan solo piensa que se ha encontrado con un ángel de Dios que está atrapado en la Tierra y al que debe liberar en una misa de gallo, a la medianoche y con la asistencia de todos.

Misa de Medianoche no es una serie de vampiros; más bien, busca acabar con los mitos que la cultura popular ha creado en torno a ellos. No vemos a elegantes seres que viven en castillos, se transforman en murciélagos y secuestran gente, sino la imagen que el sacerdote construye: entidades que, aunque también deambulan por la noche en busca de sangre humana, “generosamente” absorben de sus víctimas toda dolencia, culpa o pecado y les traspasan dones extraordinarios como la juventud e inmortalidad.

La serie proporciona ocasionales sustos, pero nunca forzados: aquí no veremos zombies comiendo cerebros, animales con ojos incandescentes, ni gritos exagerados. El horror proviene de los cuestionamientos existenciales y desesperanza que la serie hace sentir a sus espectadores; la magistral historia del director Flanagan busca que revivamos nuestros traumas y nos demos cuenta qué dilemas morales nos esclavizan en un mundo injusto y desigual, y si la salida que estamos buscando es la correcta, especialmente cuando vemos a la religión como única verdad en la vida. El fanatismo es lo que impide a los pobladores de la isla Crockett, cuestionar lo que tienen al frente y la pregunta que surge es:

¿Qué nos puede ocurrir cuando solo vemos lo que queremos ver?

Capítulos: 7 (miniserie)

Creador: Mike Flanagan

Duración por episodio: 60 minutos

Transmisión: Netflix

 

 

Mario Xavier

Editor y redactor en Colapso Views. Comunicador social con experiencia en medios impresos, agencias de publicidad digital, asesoría política y docencia universitaria.
Contenido relacionado

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *