Tan intrigante como controvertida, Saltburn cerró el 2023 como la película más irreverente que se haya filmado en años recientes. Dirigida y escrita por Emerald Fennell, conocida como actriz por su aclamada interpretación de Camilla Parker-Bowles en The Crown y posteriormente por su debut tras cámaras en el laureado film Promising Young Woman (2020), que la hizo merecedora del Oscar a Mejor Guion Original; esta vez, la cineasta nos entrega una comedia negra que explora la eterna pugna de clases y estructuras sociales, desde la visión de personajes representantes de la clase media y la aristocracia, en una Inglaterra contemporánea. ¿Parece sencillo todo? Pues no, es todo lo contrario.
El narrador y protagonista de la historia es Oliver Quick (Barry Keoghan), un joven estudiante de clase media que acaba de ingresar becado a la universidad de Oxford, donde ve con admiración a su compañero de carrera Felix Catton (Jacob Elordi), un carismático aristócrata, emparentado con la familia real inglesa.
Oliver es permanentemente vejado por sus compañeros, dados sus orígenes humildes, pero encuentra en Felix a un aliado insospechado, pues este cuenta con todo lo que cualquier hombre joven que inicia la universidad pudiese desear: belleza, el prestigio de un título aristocrático, fama, una inmensa fortuna, y popularidad donde quiera que se encuentre. Por poco tiempo exploramos la vida universitaria, pues aquello no importa tanto; ni siquiera llegamos a saber qué carrera estudian los personajes, tan solo nos interesa ver qué ocurrirá cuando sorpresivamente Oliver es invitado a pasar las vacaciones de verano en el gigantesco castillo de la familia Catton, la villa Saltburn, donde se verá envuelto en una trama de mentiras y violencia; es en esa locación que, la dirección de Emerald Fennell se cuestiona principalmente hasta dónde somos capaces de llegar los seres humanos para garantizarnos un lugar de prestigio en la sociedad.
La familia Catton es una colección de personajes excéntricos, quienes reflejan cuánta importancia adquiere lo trivial cuando ya no existen preocupaciones por el dinero. Los padres de Felix, Lady Elspeth y Sir James, son interpretados por Rosamund Pike y Richard E. Grant respectivamente, quienes se han entregado a interpretaciones basadas en radicales contrastes: la “señora de la casa”, una mujer manipuladora, quien encarna la frialdad y el clasismo que a menudo se asocia con la élite adinerada. Por otro lado, James es un hombre generoso, pero ingenuo y despreocupado, representando al olvido y la desconexión de la realidad que conlleva el exceso de privilegio. Pese a que ambos tratan a Oliver y a otros invitados con cordialidad, nos queda claro que en realidad ellos son solo sus juguetes, pues de un momento a otro no se reprimirán en hacerles sentir su desprecio, por el mero hecho de no estar “a su altura” o simplemente, por llevar a cabo vidas que consideran indignas.

Oliver está fascinado por Felix y su familia, y la película nos lleva a pensar en cada narración que inclusive ha llegado a enamorarse u obsesionarse con Felix. Sin embargo, de lo que realmente se ha enamorado y obsesionado es de la riqueza de los Catton y su enorme mansión, en la que cada habitación, objeto histórico y hasta un laberinto en los jardines, parecerían ser la puerta a aquello que existencialmente se conoce como felicidad.

Y es que, junto a Felix, Oliver conoce aquella felicidad desde los privilegios que nunca tuvo, aunque advertido por otros familiares que únicamente está siendo utilizado y que su estancia en Saltburn no será permanente. Sintiéndose amenazado de ser dejado atrás, Oliver revela a Felix que es el hijo de una pareja de drogadictos con problemas mentales y que su padre acaba de morir abruptamente, ganándose la solidaridad de los Catton mientras planifica secretamente infiltrarse en ese mundo de opulencia cada vez más y más.

A medida que avanza la película, Oliver se acerca a la estrafalaria hermana adolescente de Felix, Venetia (Alison Oliver) así como a Elspeth, quienes eventualmente también demuestran interés en él. Con Elspeth, la interacción tan solo evoluciona a un vínculo platónico, pero con Venetia inicia un juego de seducción que ella permite y él aprovecha, como posible antesala a beneficios posteriores; el romance parece marchar bien, hasta que Felix interviene y ordena a Oliver alejarse de su hermana.

Saltburn además destaca por sus momentos de humor, pese a la violencia explícita de la que somos testigos; adicionalmente cabe destacar que es una película de naturaleza provocativa, más no recomendable para una “tarde de domingo familiar” en casa de la abuela, pues en múltiples oportunidades hace gala de extravagantes escenas eróticas, que destacan especialmente por cuán incómodas resultan de verse. Barry Keoghan es más que convincente en un siniestro rol, en que no se censura al explotar su personaje al máximo, bebiendo la sangre del período menstrual de Venetia o el agua de la bañera en que Felix se masturba por las noches.

Mediante aquella incomodidad y repulsión que nos proporciona Oliver, la dirección de Emerald Fennell busca, a toda costa, convencernos de que los celos producto de la riqueza están estrechamente vinculados con la depravación. Precisamente por ello, Saltburn es una contribución que no pasará inadvertida en el género de la comedia negra, en el que Fennell entró con fuerza desde su ópera prima.

La película concluye con un final controvertido, aunque conforme se va descubriendo al verdadero Oliver, resulta un tanto predecible. Pese a ello, no se puede negar que el tercer acto resulta tan incómodo como indignante, al puro estilo de filmes como The Talented Mr. Ripley (1999), Match Point (2005), Brideshead Revisited (2008) o Parasite (2019), a los que la directora se ha referido como sus inspiraciones. Al igual que estos clásicos del cine, Saltburn se cuestiona la moralidad de los personajes y de nosotros como público, acercándose “peligrosamente” a destruir a los oprimidos y hacernos sentir lástima por los privilegiados.

Esta película cerró por lo alto al 2023, convirtiéndose en la más atrevida y provocativa de los últimos tiempos, candidata a las listas de preferencias en la temporada de premios 2024, sin que necesariamente así lo haya deseado su directora. Fennell tan solo busca resaltar los absurdos y las injusticias de la lucha de clases mediante personajes a los que ha llevado a extremos denigrantes, lo cual comprendemos en su totalidad cuando se revelan los verdaderos motivos de Oliver y esta historia se convierte en un filme imprescindible para quienes nos encontramos permanentemente en búsqueda de todo aquello que desafíe las normas sociales y provoque incomodidad.

Además de la escritura y dirección de Emerald Fennell, así como la maestría de Barry Keoghan cada vez que encarna a personajes psicológicamente complejos, vale la pena hacer una mención honorífica a Jacob Elordi (una vez más, demostrando que es mucho más que una cara bonita), así como a los experimentados Rosamund Pike y Richard E. Grant, pues son sus interpretaciones las que permiten que sigamos pensando en esta historia, aún después de que hayan aparecido los créditos.
¿A qué extremos serías capaz de llegar, con tal de alcanzar la riqueza?
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