Desde el 31 de agosto, las noches de los martes han ganado media hora de entretenimiento y suspenso con Only Murders in the Building (Solo asesinatos en el edificio), la más reciente serie de Hulu, Disney+ y Star+ que vuelve a reunir en pantalla a Steve Martin y Martin Short con una sorprendente Selena Gómez como tres vecinos del “Arconia”, un edificio de departamentos en Nueva York, en el que vive gente de acomodada posición económica (con la excepción de nuestros protagonistas) y donde acaba de morir Tim Kono (Julian Cihi), un joven coreano que al parecer era odiado por todos sus vecinos.
Dale una ojeada al tráiler:
La muerte de Kono, que la policía rápidamente determinó como un suicidio, está rodeada de un sinnúmero de sospechas para Charles (Steve Martin) -un actor desempleado que alguna vez fue famoso en televisión y lo recuerda repitiendo sus antiguos diálogos en una serie de detectives como si fuesen sus experiencias de la vida real-, Oliver (Martin Short) -un descarado director de teatro en desgracia, asediado por las deudas pero siempre de buen humor-, así como Mabel (Selena Gómez) -una diseñadora gráfica veinteañera que encarna a la típica millennial con buen gusto musical y para vestir, pero inmensamente reservada y con un evidente temperamento depresivo-, quienes encontrarán un propósito interesante para sus aburridas vidas al decidir desentrañar un misterio que ellos intuyen que podría acabar con la tranquilidad de quienes los rodean.
El trío protagónico demuestra lo que podríamos denominar como “lucha contra el aburrimiento”; aquellas etapas en que el ser humano no encuentra motivación en nada y necesita salir de su “confort.” Aunque los tres vecinos nunca antes se habían dirigido la palabra, a más de saludarse en el ascensor, interactúan por primera vez cuando la policía reúne a todos los ocupantes del edificio en un restaurante cercano mientras se investiga la muerte de Tim Kono. Oliver, desesperado por volver a alcanzar el éxito artístico, es quien inicia el diálogo con Charles y Mabel, sugiriéndoles tratar de resolver lo que él considera como un crimen y exponer todas sus aventuras en un podcast que más adelante grabarán desde un clóset para “evitar los ruidos externos.” La serie se mofa, en forma elegante, de la obsesión que la gente tiene por el crimen en la cultura popular, pues aunque los tres personajes parecerían no tener nada en común, sí coinciden en cuanto a su “devoción” hacia este género en cine, radio y televisión.
Poco a poco, sus investigaciones los irán involucrando más y más con el asesinato de Kono, mientras en su calidad de detectives amateurs irán encontrando pruebas tan graciosas como incriminantes para varios de sus vecinos, especialmente el mismísimo cantante Sting, quien ocupa el penthouse del edificio y para la joven Mabel es “el vocalista de U2.”
El punto más disfrutable en esta inteligente comedia criminal es cómo las diversas generaciones se consideran entre sí: los veteranos Charles y Oliver se preocupan permanentemente por saber cuál es la mejor manera de tratar a Mabel: «¿la llamo o debería enviarle un WhatsApp?», se cuestiona Charles en una escena, mientras Oliver se queja de una juventud caprichosa y sensible: «a ellos (los millennials), las llamadas les molestan por alguna extraña razón.» Charles se decide entonces por escribirle mensajes con saludos tan peculiares como «¡Aloha!», mientras firma sus textos en un estilo muy formal: “Atentamente, Charles Haden Savage.”
La adecuación de los espacios en que vive cada personaje también es otro deleite para comprender cuán complejos somos los seres humanos. Charles es un adicto al orden: su dormitorio y cocina son impecables; aunque es un adulto mayor, mantiene aparentemente la jovialidad, pero con seguridad en episodios futuros conoceremos las verdaderas razones de sus manías: el recuerdo de una pareja sentimental muerta o de la que se ha divorciado lo perturba, una mujer por la que algunos vecinos le preguntan y él no responde nada; Charles desayuna a diario omelettes y simbólicamente parte las tortillas en dos, se come la mitad y el resto lo desecha al tacho de basura. Mientras tanto, Oliver es el hombre que se deja seducir por los placeres banales de la vida, reflejados en lujos que no puede costearse, a más de su sensibilidad artística, la cual podemos contemplar con un lujoso piano de cola ubicado en todo el centro de su sala.
Finalmente, Mabel ocupa un gigantesco departamento heredado de su tía, que es el más desastroso, pues todo luce sucio, despintado y rodeado de materiales de construcción; tiene pocas cosas, pues lo único que importa es su computadora, tableta, audífonos y lápiz electrónico para dibujar, reflejándose simbólicamente una falta de ambiciones pese a su juventud. La serie enfatiza, con señales expresadas en detalles tan sutiles como estos, que cada uno de ellos esconde algo, especialmente Mabel al ser la más reservada de los tres sobre su vida privada.
Solo asesinatos en el edificio pretende lograr con nosotros como espectadores, lo que ha conseguido con sus protagonistas: proporcionarnos una bocanada de aire fresco en medio de la monotonía que puede ensombrecer nuestras vidas. Un misterio está por descubrirse; un asesino necesita ser atrapado; los resentimientos habrán de solucionarse, mientras la gran ciudad está para disfrutarse.
¿Te atreverías a investigar un asesinato, con la ayuda de tus vecinos?
Temporadas: 1 (10 episodios)
Creadores: Steve Martin y John Hoffman
Duración por capítulo: 25 – 35 minutos
Transmisión: todos los martes un episodio, por Hulu, Disney+ y Star+
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