A inicios de julio de 2023, se informó la noticia de la temprana e inesperada «jubilación» del cineasta canadiense Xavier Dolan. El director tomó esta decisión, por el momento de manera irrevocable, con apenas 34 años, pero habiendo entregado al mundo una exitosa filmografía en el cine independiente de autor. No existe película de Dolan que pueda cuestionarse en materia de dirección, sonorización y estética visual, aunque el financiamiento (en palabras de él) siempre ha sido su mayor dificultad. Así comenzó todo:
«Creo que nuestro problema es la inacción (…) Somos una sociedad individualista y simplemente no nos importa nada, en un mundo que se supone debería estar alfabetizado, la gente está mal educada y desinformada. Ahí tienes a todos los antivacunas, antiinmigrantes, antiLGBTIQ+, gente intolerante ante todo aquello que es diferente. Estoy seguro de que la gente necesita historias, ahora más que nunca, para encontrar un escape de la realidad, pero hacer historias cuesta mucho dinero, y ya no tengo ese dinero. He estado invirtiendo mis ingresos en estas películas desde siempre».
Un Dolan decepcionado del oficio al que se entregó con devoción por casi 15 años es lo que puede percibirse tras leer y escuchar por 4 minutos parte de una entrevista concedida a El Mundo de España, en que además de la evidente frustración al ver que las audiencias reciben con beneplácito a películas de argumentos vacíos e irrelevantes, el director cuestiona a quienes le recomiendan trabajar en «proyectos pequeños, que no cuesten», destacando que toda historia merece ser relatada haciendo uso de una producción grande y en que todo el equipo humano sea debidamente remunerado por sus esfuerzos. Resuenan con fuerza sus palabras y señalamientos, mientras a la par se desarrolla la huelga del Sindicato de Escritores y Actores de Estados Unidos: «¿por qué tendría que hacer algo por nada?, ¿para demostrar que soy mano de obra barata?»
¿Quién es Xavier Dolan?
Así como su despedida nos parece demasiado anticipada, también lo fueron sus comienzos. Xavier Dolan-Tadros comenzó su carrera actuando en comerciales desde los 4 años, pero la consagración profesional en su natal Quebec, provincia francófona de Canadá, le llegó con apenas 19 años, tras dirigir, producir, escribir y protagonizar Yo maté a mi madre (2009) que le valió el premio a Mejor Director Debutante en el Festival de Cine de Cannes. Su primer largometraje logró ubicarlo ante la crítica como un apasionado por las historias intensas, siendo un proyecto modesto, centrado en torno a su propia vida, en particular buscando sanar heridas de infancia: el divorcio de sus padres cuando era niño, la decisión de su madre de enviarlo a un internado en la zona rural de Quebec a los ocho años y el posterior descubrimiento de su homosexualidad, una noticia que su madre no tomó de la mejor manera.
Luego de su ópera prima, Dolan volvió a dirigir y protagonizar la comedia romántica Los amores imaginarios (2010), pero su éxito no sería tan descomunal hasta dos años más tarde con Laurence Anyways (2012), otra comedia romántica en que el hombre de una aparentemente perfecta pareja heterosexual se descubre a sí mismo como mujer, por lo que decide llevar a cabo su transición, a pesar de los problemas sociales, laborales y familiares que ello implica, especialmente cuando su novia descubre en ese preciso instante que está embarazada.
Con Tom en la granja (2013), tenemos al Dolan más hitchcockiano que hayamos visto. El joven cineasta dirige y protagoniza, por primera vez, una adaptación literaria más que un trabajo propio e incursiona en el cine de misterio y violencia, aunque nuevamente alternando el argumento con una temática homosexual.
En 2014 estrenó el trabajo más celebrado, laureado y taquillero de su corta carrera: Mommy, película que escribió y dirigió con apenas 25 años y en la que distanció radicalmente a su vida personal de la historia, así como a las temáticas homosexuales para optar por abordar las relaciones de un adolescente (Antoine Olivier Pilon) con su madre viuda (Anne Dorval) y una vecina generosa (Suzanne Clément), con quienes el chico posee dificultades de comunicación por sus problemas de agresividad, déficit de atención con hiperactividad y trastorno de apego. El filme se grabó casi en su totalidad en una relación de aspecto 1:1, reforzando el aprisionamiento simbólico de los personajes en vidas desdichadas que, de vez en cuando, saborean momentos de felicidad; esto último se evidencia en dos escenas icónicas que quedarán para siempre inmortalizadas en la historia del cine, donde la pantalla se abre para mostrarnos la algarabía y paz del joven protagonista, así como las fantasías de la madre ante un futuro perfecto que nunca llegará a suceder. Con un presupuesto de $4 millones, la película fue el primer filme del director en estrenarse mundialmente y alcanzar más de $13 millones en taquilla; también ganó el Premio del Jurado en el Festival de Cannes 2014, en que el tribunal era presidido por la neozelandesa Jane Campion, una de las cineastas predilectas e inspiraciones artísticas de Dolan.
Tras saborear las mieles del éxito comercial, Dolan volvió a hacer cine independiente pero acompañado por primera vez de un cast de reconocidos actores de Hollywood, todos de nacionalidad francesa, como Gaspard Ulliel (+), Vincent Cassel, Léa Seydoux y Marion Cotillard con No es más que el fin del mundo (2016), una adaptación teatral sobre la inmigración y el reencuentro de una madre y dos de sus hijos con un tercer hermano al que no han visto por más de una década. La historia es una sutil exploración, en tiempos modernos, de la parábola bíblica del «Hijo Pródigo», con la diferencia de que aquí el protagonista se está muriendo de una enfermedad incurable y únicamente volvió a ver a su caótica familia, buscando redención. La película otorgó a Dolan los Premios César a Mejor Director y Mejor Montaje, así como Mejor Actor para Gaspard Ulliel.
Sus dos últimos filmes: La muerte y vida de John F. Donovan (2018), única incursión del director en Hollywood, rodada completamente en inglés, ambientada entre Estados Unidos y Reino Unido y protagonizada por estrellas como Kit Harrington, Thandiwe Newton, Natalie Portman, Jacob Tremblay, Kathy Bates y Susan Sarandon, así como Matthias & Maxime (2020), en la que Dolan vuelve a encarnar al protagonista, son hoy considerados como parte del ocaso y los desaciertos más estrepitosos de la carrera del director, pues se encasilla en la fórmula de sus inicios con temáticas antes exploradas: amores imposibles, descubrimiento sexual y madres complicadas.
El legado
Xavier Dolan es un cineasta que merece ser visto, respetado y homenajeado, no solo porque sus historias son conmovedoramente realistas, sino relatadas con métodos poco convencionales. No cabe duda que el agotamiento puede ser una de las razones que hayan forzado su retiro, pues es también guionista, productor, editor, diseñador de vestuario e inclusive protagonista de varias de sus películas; también ha sido actor secundario en filmes de otros directores, labor en que no descarta mantenerse a futuro. Aparte de su trayectoria en cine, pasará a la posteridad como director de icónicos vídeos musicales como Hello (2015) y Easy on me (2021) de Adele, así como College Boy (2013) de la banda francesa Indochine, en la que conoció a Antoine Olivier Pilon, a quien ofreció más adelante el protagónico de Mommy.
No se puede pasar por alto el legado de Dolan, sin hacer mención a su exquisita vinculación con la música. Es uno de los pocos cineastas que sincroniza sus escenas con la melodía adecuada, haciendo uso de canciones relativamente modernas, pero cuyas letras se ajustan con precisión a las emociones o acciones de los personajes en momentos específicos. Por ello, Celine Dion, Oasis, Ludovico Einaudi, Lana del Rey, Andrea Boccelli, Arcade Fire, Pet Shop Boys, Janis Joplin, Simple Plan, Dido, Britney Spears, Madonna, M83 o The Cure son tantos de los artistas con cuyas melodías el director expresa, a viva voz, su juventud, influencias de la cultura pop y opiniones políticas, especialmente en materia de identidad de género.
También resultaría injusto catalogar al estilo narrativo de Dolan como plano, pues hace gala de su irreverencia cuidando a detalle la estética de la escenografía, fotografía, filtros de color cálidos, fríos o monocolor, así como estrafalarios vestuarios y técnicas de maquillaje que acompañan a escenas pausadas que logra complementar nostálgicamente con un sinfín de objetos de los años 80 y 90s como mapas, máquinas de escribir, teléfonos análogos, grabadoras de cassettes, walkmans, beepers o reproductores VHS, a pesar de que la temporalidad de sus historias siempre se sitúen en la época actual.
Por estas razones, el «enfant terrible» ha sido merecedor de enormes elogios, pero también víctima del desprecio de un sector de la crítica especializada estadounidense que, no aceptaba fácilmente que un joven de 19 años haya podido revolucionar los festivales europeos más antiguos y prestigiosos del cine.
Es frecuente que el reconocimiento internacional y prestigio lleguen cuando los profesionales del arte alcanzan una edad madura; Dolan, por su parte, probó que es posible todo aquello en una instancia temprana, y hoy ha optado por retirarse en plena juventud y sin hacer escándalo. Se echarán de menos sus historias incómodas, mientras promociona su primera serie de televisión La noche en que Logan despertó, producida por Canal+ y que lamentablemente solo ha podido distribuirse en Canadá, Francia y Japón. Dolan desaparece de la escena artística no únicamente enfatizando en las dificultades económicas que incluso lo llevaron a prestar dinero a su padre, el cantautor egipcio Manuel Tadros, sino también en el injusto rechazo de la comunidad hacia cualquier producción que no esté ejecutada dentro de los cánones comerciales de la avasallante industria estadounidense y más aún que no sea hablada en inglés (7 de sus 8 películas se rodaron en francés, con locaciones de su ciudad natal Montreal)
Por lo pronto, esperemos que la voz e ideas de Xavier Dolan no se apaguen. Él ya ha anunciado sus deseos de dirigir publicidad e irse a vivir al campo, sin antes realizar una última serie para HBO, un compromiso adquirido desde 2021 y con el que pretende despedirse. La única pregunta que nos podemos plantear ahora es:
¿Se retirará para siempre o este será el verdadero comienzo de su tan anhelado reconocimiento en el continente americano?
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